Lidiando con el dolor.

No puedo caer tan bajo; no puedo seguir tropezando con la misma piedra una y otra vez...
Mi garganta me duele. Para ser más precisos, me pica. Es una sensación molesta que reconozco como el principio de una angina :|

Por dicho motivo sólo pude dormir tres horas. Me levanté a la madrugada, y prendí la computadora. Aproveché para leer absolutamente todas las nuevas entradas, aunque no comenté ninguna todavía, porque no estaba de humor e iba a terminar escribiendo con la mente, y no con el corazón.
Mi mamá se levantó al rato, y me ordenó que la apagara. Cumplí con su requerimiento, pero decidí no dormir. Agarré un libro, y lo empecé a leer.

A las cinco y cuarto de la mañana, le preparé el desayuno (ella se va a trabajar a las siete, más o menos) y comí una sola galletita. Todo marchaba bien. Pero nada se conserva perfecto para siempre...

Estábamos charlando de la vida como madre e hija, y no sé de qué manera terminamos discutiendo. Me llegó a amenazar con no dejarme ir de viaje de egresados, si mi actitud no cambiaba.
Haciendo uso de sus palabras, soy "rebelde y caprichosa". Probablemente tenga razón.

Lloré lo justo y necesario. La despedí, y partió rumbo a su trabajo. Allí fue cuando me quebré.

Me levanté de donde estaba y me dirigí a la alacena. Comí desde pan dulce hasta tarta de jamón y queso. Lo peor, es que ni siquiera estaba ansiosa. Engullí lo que engullí, de forma autómata y con lágrimas deslizándose por mis mejillas. Mi único objetivo era no dejar de masticar.

El dolor no se fue al atracarme, así que barajé varias opciones para eliminarlo por completo: vomitar, cortarme o distraerme. Finalmente, opté por hacerme un muy pequeño corte y por entretenerme revisando los cajones de la habitación de mi madre.

Hallé una pequeña carta de ella dedicada hacia mí y varias fotos. No creo que sea necesario aclarar que mi llanto continuó...

Me emocioné, y me di cuenta de que por más que me lo proponga, termino fallando en todo. No puedo ser ni buena hija. Y eso es duro de admitir.
Tampoco puedo bajar seis míseros kilos. Cuando observé mi figura en las imágenes, entendí que la fealdad es algo con lo que cargo desde mi infancia. Es mi mochila personal. No entiendo como un hombre se puede interesar en mí y tratarme de linda. Doy asco, por Dios!

Encima mi mamá no me deja ir más al gimnasio, hasta volver de las vacaciones. Genial (sarcasmo puro).

Espero que ustedes sí estén bien u.u No se preocupen por mí porque primero que no valgo la pena, y segundo, que pronto ya se me va a pasar.
Me despido enferma, resignada, y decepcionada de mi persona. Repito: Doy asco! :S
Besitos y actitud positiva corazones! :)